Nunca
habían
tenido las mujeres un papel tan activo y determinante en la formación de un
proyecto cultural radical que trajo consigo una redefinición de los valores
estéticos tradicionales y el cuestionamiento de la eterna división entre arte y
vida.
Las
tres artistas compartían lo que una de ellas describió como un anhelo de
emprender un viaje para descubrir “unas bases de creación artística totalmente
nuevas”.
En
pos de ese objetivo, cada una de ellas desarrolló un estilo propio e
independiente e introdujeron profundas innovaciones tanto en el campo de las
bellas artes como en el de las artes aplicadas, como el diseño textil.
Muy
diferentes entre sí, sin embargo mantuvieron nexos de unión que permiten trazar
la evolución del arte ruso de vanguardia, que floreció en los años que van
desde el cambio de siglo hasta mediados de la década de 1930 y fue uno de los
capítulos más vitales y prolíficos de la historia del arte moderno.
Rara
vez expresaron o defendieron una ideología social o política concreta y así
como la vanguardia rusa fue un compendio de diversos estilos y puntos de vista,
también estas artistas pertenecieron a diferentes escuelas filosóficas y tenían
distintas aspiraciones sociales y convicciones estéticas. Lo que las unía era
su adhesión a la idea de renovación cultural y el rechazo de lo que
consideraban cánones estéticos pasados de moda.
Alexandra
Exter(1882–1949), se interesó por el arte popular (bordados ucranianos), el cubismo,
el futurismo y el simultaneismo y
pese a que la pintura fue su medio preferido también experimentó con la
ilustración de libros, el cine, la cerámica y diseños escenográficos y textiles
para el teatro.
Liubov Popova
(1889–1924) realizó algunas de las obras cubistas más importantes de la
vanguardia rusa pero también estaba abierta a otros enfoques como el futurismo,
el suprematismo, los
relieves de Tatlin, e
incluso el arte renacentista y el orientalismo de Samarkanda. Al igual que Exter y Stepanova, Popova reconocía que la pintura abstracta había
llegado a un punto muerto, por lo que finalmente se dedicó fundamentalmente a
la escena, los textiles y al diseño de libros. Junto con Stepanova,
transformó los decorados teatrales gracias a sus diseños para los montajes
innovadores de Meierkhold. Con
su súbita muerte en 1924, la vanguardia perdió a una de sus estrellas más
brillantes.
Nuestra
musculosa POPOVA es nuestro pequeño homenaje a esta prolífica e interesante
artista.
Varvara Stepanova
(1894–1958) representaba la segunda generación de la vanguardia que simpatizaba
con la revolución de octubre, uno de cuyos mandatos fundamentales fue que el
arte debía ser utilitario y accesible. Al igual que Exter y Popova, Stepanova
proclamaba su compromiso con un nuevo orden industrial de diseños
constructivistas para la escena, publicaciones y ropa.